Invisibles durante mucho tiempo, las mujeres operarias que trabajaron y trabajan en líneas de producción han sido esenciales para el desarrollo de la industria de la automoción. Hoy, su legado se proyecta en nuevas generaciones de profesionales técnicas.
Durante décadas, la imagen del trabajo en fábrica ha estado asociada a la figura masculina. Sin embargo, desde mediados del siglo XX y especialmente en las décadas de los 60 y 70, miles de mujeres comenzaron a incorporarse a las cadenas de montaje de factorías de automoción en España. Lo hicieron en su mayoría en puestos repetitivos, exigentes y mal reconocidos, pero esenciales para mantener el ritmo de la producción.
Estas trabajadoras, muchas veces ignoradas por la historiografía industrial, conformaron una base invisible de la que se nutrió el crecimiento del sector en los momentos de mayor expansión. Algunas de ellas participaron en los inicios de plantas emblemáticas como las de SEAT en Barcelona, FASA-Renault en Valladolid o Ford en Almussafes. Su presencia fue mayoritaria en tareas de verificación, ensamblaje y controles de calidad, funciones clave para la fiabilidad del producto final.
Voces que salen del anonimato
En los últimos años han comenzado a recuperarse testimonios de aquellas mujeres pioneras. Iniciativas de memoria histórica laboral, como las impulsadas por archivos sindicales o museos industriales, han permitido poner rostro y voz a operarias que, con disciplina y constancia, contribuyeron a profesionalizar los procesos de fabricación.
Una de ellas, Ana Luisa Pérez, trabajadora en la cadena de montaje de Citroën en Vigo desde 1973, relataba en una entrevista recogida por el archivo de la Fundación 10 de Marzo: “Hacíamos 10 veces más de lo que contaban. Éramos precisas, rápidas y cumplidoras. Sin nosotras, no salía ni un coche”.
El presente: técnicas con formación y especialización
Hoy, el perfil de la mujer en la fábrica ha cambiado. Aunque la brecha sigue existiendo, las nuevas generaciones acceden a puestos técnicos cualificados gracias a la formación profesional y la especialización industrial. En sectores como la robótica, el mantenimiento electrónico o la logística avanzada, las mujeres ganan terreno y visibilidad.
Según el último informe del Observatorio de la FP, el 33% del alumnado en grados industriales vinculados a automoción ya es femenino. Aunque aún es un porcentaje bajo, representa una mejora respecto a décadas anteriores.
Un reconocimiento que llega tarde, pero llega
Reconocer la aportación de las operarias de fábrica no es solo una cuestión de justicia histórica. Es también una manera de reivindicar modelos de compromiso, excelencia técnica y resiliencia que siguen vigentes en las nuevas generaciones.
Con proyectos de divulgación, documentales, entrevistas y programas de igualdad que visibilizan estas trayectorias, el sector empieza a asumir que el futuro de la automoción también pasa por recordar a quienes lo hicieron posible en silencio, una cadena tras otra.