El desarrollo de los algoritmos que nos conducirán mañana ya no es territorio exclusivamente masculino. Desde la dirección de agencias públicas hasta la fundación de startups adquiridas por Apple, una nueva generación de ingenieras españolas define el presente tecnológico con mirada estratégica.
En los servidores donde se entrenan los modelos de inteligencia artificial, en los centros neurálgicos que protegen los datos bancarios o en los equipos que diseñan los vehículos autónomos, la figura de la ingeniera empieza a consolidarse como imprescindible. Y no solo desde el teclado. España cuenta hoy con una generación de mujeres líderes en IA y ciberseguridad que está dejando huella en la forma de pensar el futuro digital.
Aunque según el Informe “Mujeres en Inteligencia Artificial en España” del Instituto de Ingeniería de España (2023), solo el 22% de los profesionales en inteligencia artificial en el país son mujeres, su aportación ha alcanzado los más altos niveles de decisión, investigación e implementación tecnológica.
Una de esas figuras es Carme Artigas, ingeniera química de formación, que desde la Secretaría de Estado de Digitalización e IA promovió en 2020 la primera Estrategia Nacional de Inteligencia Artificial y lideró la puesta en marcha de la Agencia Española de Supervisión de la IA. Hoy, copreside el Consejo Asesor de Alto Nivel en IA de la ONU y forma parte del consejo de empresas tecnológicas privadas.
Otra trayectoria singular es la de Soledad Antelada Toledano, ingeniera formada en Málaga, que ha trabajado como responsable de ciberseguridad en el Berkeley Lab (California) y más tarde en Google. Su experiencia le llevó a formar parte del equipo técnico de la campaña presidencial de Kamala Harris, convirtiéndose en un ejemplo de talento migrante y técnico formado en el sistema público español.
En León, la matemática Rosa Díaz Moles dirige el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE), uno de los polos más potentes de defensa digital en Europa. Desde allí impulsa programas de especialización en ciberseguridad y liderazgo femenino en tecnología. Es también cofundadora de Women4Cyber Spain, entidad que articula formación y visibilidad para mujeres del sector .
De startups a academias: mujeres un tejido innovador en crecimiento
La IA no solo se enseña: también se funda. Elisenda Bou, doctora en telecomunicaciones, creó en Barcelona la startup Vilynx, centrada en aprendizaje automático para procesamiento de vídeo. En 2020, su empresa fue adquirida por Apple, y parte del equipo fue integrado en la división europea de investigación. Bou ha colaborado con el MIT y la NASA en proyectos aplicados de análisis predictivo .
En Alicante, Nuria Oliver, doctora por el MIT y directora de la Fundación ELLIS, lidera proyectos de IA aplicada a la salud pública, como el sistema de predicción de contagios COVID en la Comunidad Valenciana. Fue una de las primeras mujeres en ingresar en la Real Academia de Ingeniería y es autora de múltiples papers sobre ética algorítmica .
Más allá de los nombres consolidados, hay redes que siembran vocación. Ellas Hablan Código, proyecto liderado por Eugenia Silva y apoyado por la Fundación Princesa de Girona y Code.org, ofrece talleres de programación e IA en institutos y escuelas rurales. En diez comunidades autónomas, han formado ya a más de 3.000 alumnas de entre 13 y 17 años .
También asociaciones como Yes We Tech (Barcelona) o Mujeres Tech (Madrid) impulsan formaciones específicas en ciberseguridad, inteligencia artificial y data science, con convenios en universidades públicas y ciclos de FP. Parte de su financiación proviene de fondos Next Generation EU destinados a digitalización con enfoque de género.
Pese a que menos del 10% de las personas que lideran desarrollos en IA o ciberseguridad en España son mujeres, su impacto es alto: dirigen agencias, fundan empresas o diseñan estrategias nacionales. La clave no está solo en los números, sino en el efecto arrastre: crear referentes técnicos visibles para que las futuras generaciones no partan desde el margen.
El código, como el volante, ya no se asocia con un solo género. Pero como en toda ingeniería, lo que no se diseña con perspectiva, falla en la base.