Desde Galicia hasta Cataluña, y de León a Andalucía, las mujeres pioneras del transporte y la movilidad rural en España impulsaron rutas, redes comunitarias y luchas sociales cuando ni siquiera se las consideraba usuarias. Esta es una historia de motor, coraje y legado.
Catalina García González: la primera autobusera de España
Nacida en 1888 en Puebla de Lillo (León), Catalina García González fue una pionera en el transporte rural. En 1925, obtuvo su carnet de conducir, convirtiéndose en la primera mujer española en lograrlo. Estableció una línea de autobuses entre Cofiñal y Boñar, atravesando 21 pueblos y facilitando la conexión de comunidades aisladas. Además de conducir, Catalina regentaba una fonda y se encargaba de diversas tareas comunitarias, demostrando una versatilidad y compromiso excepcionales.
Celia Rivas Casais: la primera camionera de España
Desde Finisterre, Galicia, Celia Rivas Casais rompió moldes al convertirse en la primera mujer camionera de España. En los años 30, obtuvo su permiso de conducir y se dedicó al transporte de pescado y marisco, actividad vital para la economía local. Durante la Guerra Civil, participó como transportista, siendo posiblemente la primera mujer europea en hacerlo en un conflicto bélico. Su legado ha sido reconocido en diversas publicaciones y su historia inspira a nuevas generaciones .
Dolores Trabado: la ‘taxista de la Cruz Roja’
En Pontevedra, Dolores Trabado, conocida como la “taxista de la Cruz Roja”, fue una de las primeras mujeres taxistas de España. Obtuvo su licencia en 1923 y, a pesar de perder una pierna en su juventud, se dedicó al transporte de personas, incluyendo enfermos y parturientas. Su labor fue esencial en una época con escasos servicios de emergencia, y su dedicación la convirtió en una figura querida y respetada en su comunidad .
Maruja Ruiz Martos: la rebelión del transporte en Barcelona
En 1976, en el barrio de la Prosperitat (Barcelona), Maruja lideró una protesta sin precedentes: secuestrar simbólicamente un autobús y forzar su trayecto por una ruta barrial que los vecinos reclamaban desde hacía años. El gesto fue pionero y abrió paso a la mejora del transporte público en la periferia urbana de Cataluña.
Las Trementinaires: andarinas de montaña en el Alto Urgel
Estas mujeres del Pirineo catalán no conducían, pero caminaban durante días con sacas de hierbas y bálsamos curativos entre pueblos remotos del Alto Urgel. Las trementinaires fueron red de salud, información y comercio rural durante más de un siglo, dejando una huella cultural reconocida hoy por el Museu de les Trementinaires en Tuixent.
Las ferroviarias invisibles de la Comunidad Valenciana
Aunque menos visibilizadas, muchas mujeres desempeñaron tareas clave en estaciones rurales valencianas desde los años 50: billetes, enclavamientos, mantenimiento e incluso conducción. En 2024, la Generalitat Valenciana y Renfe les rindieron homenaje reconociendo su papel histórico en la conectividad de pueblos del interior.
Las que tiraron del carro en la Sevilla ruralizada
En los años 70, barrios periféricos de Sevilla como San Diego, Parque Alcosa o La Oliva acogieron a miles de mujeres procedentes del medio rural andaluz. Sin servicios de transporte ni asistencia pública, ellas organizaron autobuses escolares autogestionados, cooperativas vecinales y luchas por rutas urbanas. Fueron el músculo invisible del urbanismo popular.
La historia del transporte rural en España no solo la escribieron los ingenieros o las empresas: la sostuvieron muchas mujeres que, con licencia o sin ella, movieron personas, pueblos y estructuras desde la periferia hacia la dignidad. Algunas condujeron autobuses, otras cargaron mochilas; todas cambiaron la historia. Y muchas lo hicieron sin que sus nombres aparecieran en los mapas. Ahora, empiezan a figurar.