La alemana buscaba demostrar la fortaleza de la industria del automóvil de su país a nivel global.
La alemana Clärenore Stinnes, apasionada del automovilismo desde temprana edad, se convirtió en una pionera al llevar a cabo una proeza en el mundo del motor: dar la vuelta al mundo en automóvil. En 1924, tras el fallecimiento de su padre, decidió sumergirse en el mundo de las competiciones automovilísticas. Su destreza al volante la llevó a recorrer el continente europeo, acumulando victorias en diversas competiciones hasta llegar a Leningrado, donde triunfó en una competición auspiciada por el gobierno ruso.
Lejos de conformarse, Stinnes aspiraba a demostrar la fortaleza de la industria del automóvil alemana a nivel global. Así nació la ambiciosa idea de dar la vuelta al mundo en coche, eligiendo un vehículo de la marca Adler para su expedición. Sin financiación de su familia, trató de conseguir apoyo privado del sector de automoción alemán. Adler, Bosch y Aral le proporcionaron 100.000 marcos para que pudiera emprender su viaje.
En mayo de 1927, acompañada por el fotógrafo Carl-Axel Söderström y dos mecánicos de apoyo, partió desde Frankfurt, marcando el inicio de una un viaje sin precedentes que desafiaría los límites convencionales.
UN HITO EN LA INDUSTRIA DEL AUTOMÓVIL
La ruta trazada fue verdaderamente épica, abarcando Teherán, Moscú, Siberia, Pekín, Japón, Hawái, Perú, Buenos Aires, Estados Unidos y Canadá, antes de regresar a Europa. A lo largo del trayecto, enfrentaron obstáculos extremos, desde temperaturas gélidas hasta ataques de lobos y continuas averías en el vehículo, que los forzaban a realizar reparaciones improvisadas.
La resistencia y voluntad de Clärenore Stinnes quedaron patentes en cada kilómetro recorrido. A pesar de los desafíos, mantuvo su peculiar sentido del humor y perseveró en su empeño. Después de 25 meses, cerca de 50.000 km y unas 800 fotografías y películas documentando la travesía, regresó a Berlín en junio de 1929. La extraordinaria hazaña atrajo la atención del Presidente Herbert Hoover en Washington D.C., quien la recibió tras su travesía por Estados Unidos.
Además de los logros en el ámbito automovilístico, el viaje también marcó el inicio de una nueva etapa en la vida personal de Stinnes. Durante la aventura, Carl-Axel Söderström, el fotógrafo, le propuso matrimonio, sellando así un capítulo excepcional en la historia de una pionera que desafió los límites preestablecidos para las mujeres de su tiempo.