En barrios y municipios de toda España, formadoras, ingenieras y educadoras están llevando la movilidad sostenible a la calle. Conducir deja de ser solo desplazarse: se convierte en aprender, cuidar el entorno y enseñar a moverse mejor.
La movilidad también se enseña. En ciudades como Zaragoza, Valencia o Sevilla, programas municipales de educación vial y eficiencia energética están transformando el coche en herramienta educativa. El objetivo: enseñar a conducir de forma más segura, eficiente y respetuosa con el entorno, especialmente entre mujeres jóvenes y colectivos con menos acceso a formación técnica.
Según el Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible (MITMA), más de 80 ayuntamientos desarrollaron durante 2024 actividades de formación en movilidad sostenible, y el 63 % del personal docente o coordinador son mujeres. Son técnicas de movilidad, educadoras viales o ingenieras ambientales que han convertido el vehículo en un aula rodante.
El cambio de paradigma es doble. Primero, se enseña a reducir consumo y emisiones: una conducción eficiente puede rebajar hasta un 15 % el gasto de combustible, según la Dirección General de Tráfico (DGT). Pero, además, se enseña algo más profundo: cómo moverse de forma autónoma, segura y sostenible.
En muchos barrios periféricos o zonas rurales, aprender a conducir o entender la movilidad eléctrica significa independencia. “Hay mujeres que nunca habían tocado un coche eléctrico”, explica una formadora del programa Movilidad Activa en Madrid. “Cuando comprenden cómo funciona y cuánto contamina menos, cambia su percepción: ya no es solo conducir, es participar del cambio climático desde su día a día.”
La Estrategia Española de Movilidad Sostenible 2024-2030 incluye por primera vez el compromiso de integrar la perspectiva de género en la educación y la planificación del transporte. Esto se traduce en cursos adaptados a diferentes edades, entornos y necesidades.
Entre los proyectos más destacados figuran:
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“Conduce en Verde” (Zaragoza): talleres dirigidos por mujeres técnicas del ayuntamiento, con prácticas en conducción eléctrica y mantenimiento eficiente.
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“Movilidad Segura e Igualitaria” (Granada): programa piloto que forma a cuidadoras y trabajadoras domésticas en planificación de trayectos sostenibles.
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“Aprende y Enchufa” (Murcia): iniciativa ciudadana para enseñar uso y carga de vehículos eléctricos en entornos urbanos.
Estos programas no solo reducen la brecha tecnológica, sino que crean comunidad y empleo local: más de 200 mujeres formadoras contratadas en 2024, según los registros de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP).
La sostenibilidad empieza en los barrios
El coche como aula es también una metáfora: aprender a moverse mejor para vivir mejor. En los talleres comunitarios, se explican conceptos de movilidad eléctrica, seguridad vial, mantenimiento básico o planificación de rutas con menos emisiones. El aprendizaje se da entre vecinas, escuelas y asociaciones, sin jerarquías, sin discursos técnicos, traduciendo la transición ecológica a la escala del barrio.
El impacto va más allá de la conducción: quienes participan adoptan hábitos sostenibles, comparten vehículo o inician pequeños proyectos de movilidad compartida. En algunos casos, incluso surgen vocaciones técnicas.
La movilidad sostenible no se construye solo con infraestructuras, sino con conocimiento. Y ese conocimiento se multiplica cuando se enseña desde la cercanía. Estas mujeres que transforman coches en aulas están creando ciudadanía ecológica: una movilidad más justa, más eficiente y más humana. Porque enseñar a conducir también puede ser enseñar a cuidar —del entorno, del barrio y de nosotras mismas.


