Tres años después de la implementación de las cuotas en los comités de dirección en Francia, la presencia femenina en altos cargos muestra beneficios claros en la diversidad y en los resultados económicos de las empresas.
En diciembre de 2021, Francia dio un paso pionero hacia la equidad de género en las grandes empresas con la promulgación de la Ley Rixain, que exige cuotas de mujeres en puestos de dirección. Tres años después, los resultados son alentadores: la diversidad de género no solo se ha incrementado en los comités ejecutivos, sino que además ha demostrado ser un factor clave para mejorar la rentabilidad empresarial.
Según un estudio de la consultora BCG, la proporción de mujeres en los comités ejecutivos de las principales empresas que cotizan en la Bolsa de París ha pasado del 22,5% en 2021 al 28% en 2024. Además, más del 40% de las empresas afectadas por la normativa ya están encaminadas a cumplir el objetivo del 30% de representación femenina para 2026.
“La diversidad es un factor de rendimiento”, afirma Thomas Courtois, presidente de Nickel, quien ha llevado a su comité de dirección del 0% al 50% de representación femenina. Este cambio, impulsado por las cuotas, ha generado lo que Courtois denomina un “círculo virtuoso”, normalizando la presencia de mujeres en altos cargos y motivando a las nuevas generaciones de mujeres líderes.
El impacto de esta diversidad en la rentabilidad empresarial es significativo. Investigadores como Michel Ferrary, de la Escuela de Negocios Skema, han demostrado que los márgenes netos y los indicadores clave de rentabilidad aumentan cuando la proporción de mujeres en la gerencia se aproxima al 50%. De hecho, los estudios reflejan que un bajo nivel de diversidad, ya sea por exceso de hombres o mujeres, afecta negativamente al desempeño corporativo.
La Ley Rixain, además de imponer cuotas, fomenta una “masa crítica” de representación femenina que, según Ferrary, es esencial para generar un cambio cultural dentro de las organizaciones. Este cambio se ha visto reforzado por una mayor inclusión de mujeres en áreas tradicionalmente masculinas, aunque aún persisten desafíos. Muchas empresas han ampliado sus comités ejecutivos para cumplir con las cuotas, integrando roles como los de responsabilidad social corporativa y recursos humanos, que suelen estar liderados por mujeres, pero que ofrecen menos perspectivas para ascender a la dirección general.
La presencia femenina en las altas esferas empresariales transforma la forma en que las organizaciones abordan los problemas. “La diversidad aporta una gama más amplia de soluciones y una mejor comprensión del mundo”, destaca Courtois. A medida que se alcanzan los umbrales críticos establecidos por la Ley Rixain, las empresas francesas se consolidan como un referente mundial en diversidad de género y liderazgo inclusivo.