Tres compañeras de la Universidad de Valladolid han conseguido su plaza con tan sólo 24 años.
El mundo de la judicatura es complejo y su acceso no resulta sencillo. Para poder llegar a ser juez hace falta mucho esfuerzo y una gran fuerza de voluntad. El camino no es fácil y en muchas ocasiones resulta demasiado largo para quien decide emprenderlo, pero la recompensa merece la pena.
La media para obtener una plaza es de cinco años, pero no es el caso de tres mujeres de 24 años han asombrado al mundo de la judicatura al conseguirla con tan sólo 25 meses de preparación. Se trata de Marta Campo, Marina Bueno y Carmen Medina, tres compañeras que casualmente estudiaron juntas en la Universidad de Valladolid.
Marta Campo no tiene antecedentes en el mundo del derecho en su familia, además, es la primera con estudios superiores. Ella más que ver el proceso como un sacrificio lo veía como el camino para lograr su meta, “estaba trabajando por mi sueño”. Cuenta también que la crisis sanitaria hizo que ese camino fuera más fácil, “la vida de todo el mundo también se paró. Era como que el resto también tenía que hacer esa renuncia y, entonces, te sentías más acompañada, por así decirlo”.
Marina Bueno es otra de las tres mujeres en lograr plaza en este último año como juez. Ella cuenta que siempre tuvo mucha vocación. “Creo que es una profesión muy útil para la sociedad y que es básico en un Estado de derecho que exista justicia y un poder judicial independiente. Siempre me pareció muy bonito formar parte de ese instrumento”.
La mujer que completa este trío de jóvenes compañeras de judicatura es Carmen Medina. Carmen se muestra muy orgullosa por lo que ha conseguido, “Seguramente tengo mucha menos base que otros compañeros, pero supe defender el examen y pasar el proceso”. Además, cuenta cómo esto no es sólo una victoria para ella si no para todos sus familiares y amigos que la han apoyado durante estos 25 meses.
La figura del preparador
Las jóvenes tienen claro que no hubieran conseguido este logro sin la figura del preparador, que han ido guiándolas y ayudándolas en este camino. “O no lo hubiese sacado, o igual me hubiese costado más, porque necesitas que alguien te corrija siempre”, afirma Carmen.
Marta cuenta que su preparador fue la primera persona que creyó en ella. “Él me decía que lo hacía muy bien y que, seguramente, aprobaría a la primera. Eso me daba muchísima motivación”. Marina por su parte les agradece que “nunca me lo pintaron como ir a jugar o a probar suerte. Siempre me lo hicieron ver como algo serio donde había que ir a darlo todo”.