Su notable éxito, a pesar de las adversidades, es un testimonio inspirador de determinación que seguirá inspirando a generaciones futuras.
Desiré Wilson nació el 26 de noviembre de 1953 en Brakpan (Sudáfrica), en el seno de una familia humilde. Su padre, Charlie Randall, fue un piloto de motociclismo que trabajaba incansablemente en sus monturas en el garaje, siempre bajo la atenta mirada de su hija, quien heredó su pasión por los motores. A los cinco años, Desiré se montó en su primer midget.
Wilson competía en pistas de tierra contra niños mayores y, a los doce años, quedó segunda en el Campeonato Sudafricano, perdiendo por una pequeña diferencia. Por falta de recursos, dejó la competición y se centró en el atletismo, hasta que a los 18 años volvió a competir con un Fórmula Vee construido por su padre en Kyalami.
No solo quedó cuarta en su primera y segunda temporada, sino que en la tercera fue segunda. Tras destacar, pasó a la Fórmula Ford, ganando los campeonatos de 1975 y 1976, y recibió la beca ‘Driver to Europe’. Se decía que corría “como una leona”.
En Europa, ganó en varios campeonatos de FF2000, pero volvió a quedarse sin presupuesto. En 1978, pudo correr en el Campeonato Británico de F1 y logró el tercer puesto en Thruxton.
Este Campeonato, conocido como el Aurora, usaba monoplazas de temporadas anteriores de F1, y algunos de F2. Además, Desiré participó en Sports 2000, pero las carreras solían coincidir con las de F1. En su biografía, cuenta cómo una vez, tras marcar un buen tiempo, sufrió un accidente en Westfield. Aunque tenía conmoción cerebral y el pie roto, no quiso que nadie lo supiera. A pesar de todo, logró un tercer puesto en F1 y un cuarto en Sports 2000.
UNA CARRERA COSECHANDO TRIUNFOS
En 1979, con Melchester Racing, pilotó el Tyrrell 008-Ford y terminó en el podio en las tres primeras rondas. En 1980, a sus 26 años y patrocinada por Teddy Yip, compitió en Brands Hatch con un Wolf WR4. En la clasificación, logró el segundo mejor tiempo, situándose en la primera fila. En la carrera, cruzó la meta 15 segundos por delante del resto. Sin embargo, no pudo clasificarse para su debut en un gran premio, debido a una jugada sucia de John McDonald, dueño del equipo. Le cambiaron el coche por uno en mal estado, lo que la dejó en una clara desventaja.
En 1981, participó en el Gran Premio de Sudáfrica con Tyrrell, pero tuvo que retirarse. A pesar de los contratiempos, Wilson no se rindió y, antes de retirarse a finales de los 80, se convirtió en la primera mujer en probar un Fórmula 1 de Williams.
Actualmente, sigue siendo entrenadora de pilotos y comentarista de deportes de motor. Su apoyo a las W Series y la tribuna en Brands Hatch que lleva su nombre, son recordatorios de su legado y lucha por la igualdad en el automovilismo. Su notable éxito, a pesar de las adversidades, es un testimonio inspirador de determinación que seguirá inspirando a generaciones futuras.