La falta de referentes femeninos influye en que mujeres con un currículum sobresaliente perciban sus logros como fruto de la suerte.
El síndrome de la impostora es la dificultad para aceptar de manera natural el propio éxito y tiene dos causas: una intrínseca, que se relaciona con la falta de confianza en uno mismo, y otra extrínseca, que se debe a un entorno percibido como hostil. Cabe destacar que este síndrome no afecta de manera exclusiva a las mujeres, puesto que también pueden padecerlo hombres. Sin embargo, es mucho más frecuente en ellas.
El término fue acuñado por primera vez en 1978, cuando las psicólogas Pauline Clance y Suzanne Imes llevaron a cabo un estudio con 150 mujeres de entre 20 y 45 años durante cinco años. A pesar de ser profesionales destacadas en sus sectores, estas mujeres creían firmemente que no eran inteligentes y que habían engañado a quienes pensaban lo contrario. Consideraban que su éxito era fruto de la suerte y que solo podrían mantener la farsa mediante un esfuerzo descomunal.
Las personas que experimentan este síndrome son, en general, muy perfeccionistas y trabajan o estudian en exceso, pero nunca se sienten preparadas y evitan hacerse visibles por temor al juicio de los demás.
BAJA AUTOESTIMA
El síndrome de la impostora está estrechamente relacionado con la falta de autoestima, que puede surgir desde la infancia debido a factores como la búsqueda constante de aprobación, las críticas duras, la indiferencia o la presión para cumplir con determinadas expectativas. Además, la herencia histórica y social que ha confinado a las mujeres en roles específicos también influye en este síndrome, ya que se han internalizado estereotipos que refuerzan la inseguridad.
Superar el síndrome de la impostora implica desarrollar una mayor autoestima y confianza en uno mismo, así como desafiar y cuestionar los estereotipos y creencias limitantes impuestos por la sociedad y el entorno familiar.
CÓMO ENFRENTARLO
El síndrome de la impostora puede tener un impacto negativo en la vida de cualquier mujer, generando estrés constante, problemas en las relaciones e incluso ansiedad. Una de las prácticas más importantes para evitarlo es recordar los logros y respaldarlos con datos objetivos. Esto ayudará a la mujer a darse cuenta de que merece sus triunfos y su posición, y a evitar valorarse negativamente.
Asimismo, compartir los éxitos con personas cercanas, como amigos, familiares o un psicólogo, puede fortalecer la autoestima. Es útil complementar esto con la escritura en una libreta o diario de “hitos alcanzados”, para evitar olvidar las propias hazañas personales.
Celebrar los logros importantes también es recomendable, ya que esto no solo los hace más memorables, sino que fortalece el amor propio al premiarse a sí mismo. La forma en que una persona se habla a sí misma influye en su autoestima; por lo tanto, es esencial realizar autocríticas de manera amable y respetuosa. Es crucial recordar que los seres humanos no son perfectos y aceptar los errores como parte del proceso de crecimiento. Cometer errores no está mal, lo que es incorrecto es no quererse a causa de ellos.
Por último, no hay nada de malo en pedir ayuda. Solicitar apoyo no es una señal de debilidad, sino de inteligencia, ya que el trabajo en equipo puede ser más eficaz que el individual. Aceptar la colaboración de otros es un paso hacia el crecimiento y la superación del síndrome de la impostora.